Lilypie Waiting to Adopt tickers

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Nos hemos decidido.... de todos los menores que hay adoptables en el mundo, mi corazòn me dice que mire al que de no ser adoptado no tendrà posibilidades.

VAMOS POR HAITÍ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


 
 
 
 
 
 
 
 

LA SALUD EN HAITI EL HORROR DE LA POBREZA



haiti.BMP (74782 bytes)
Haití es uno de los países más pobres del mundo. Sus índices sanitarios muestran el deterioro de una población con una expectativa de vida de 55 años, y una mortalidad infantil de 156 por cada mil niños nacidos vivos

Haití es uno de los países más pobres del mundo. Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo) ocupa el puesto 108 en el índice de desarrollo humano.


En esa pequeña isla, viven 6.600.000 personas. La enorme mayoría no tiene trabajo, ni acceso a la salud. La vida en Haití parece detenida en el tiempo: los pobladores compran el agua por la calle a una suerte de aguateros, que con enormes ollas sobre su cabeza ofrecen este bien esencial. Es común ver a la gente bañarse en la calle en aguas estancadas, dormir a la intemperie o en casas rudimentarias, muchas sin techo porque un plan de vivienda inconcluso no llegó a terminarlas.
Las condiciones de vida y de salud son de las más precarias del mundo. La pobreza es el denominador común de una población con índices sanitarios de terror. La expectativa de vida es de 55 años y la edad media al morir, de 18. Mientras la tasa de natalidad es de 35 por mil, la de mortalidad es de 13 por mil.
La vida social en Haití se desarrolla en la calle: allí se compran los víveres, se deambula, se duerme, se come, muchos se bañan y muchos se mueren. Esto se explica porque en Haití no hay demasiado que hacer: la gran parte de la gente no tiene empleo, y la gran mayoría de los chicos no va al colegio. El 47% de los haitianos adultos es analfabeto.
La mala calidad de vida es generalizada: la mortalidad perinatal es de 43 por mil y la mortalidad en la niñez es la más alta de América: 156 por mil. Los niños con retardo de crecimiento (entre los 24 y 59 meses) representan el 51%. Pero los datos son aún más impactantes entre los adultos: la tasa de mortalidad en el grupo de entre 15 y 59 años es de alrededor de 410 por mil.
Con este panorama sanitario aterrador -al que se puede apuntar sólo como un ejemplo, entre otros muchos, que la tasa de tuberculosis anual es de 333 por 100.000- la estructura sanitaria es marcadamente deficitaria. En Haití existen 0,14 médicos cada 1.000 habitantes, y se gasta al año por persona $30 en salud. En términos generales, la gente no accede al sistema, que ofrece 0,8 camas cada 1.000 habitantes.
No es raro ver a los haitianos enfermos o heridos tirados en la calle, esperando una atención médica o un auxilio mínimo que casi nunca llega.
Datos provistos por la Federación Médica Haitiana durante la última reunión de CONFEMEL





Cecilia Osorio
cosorio@diariouno.net.ar
Claudia Valverde y Gustavo Rubio miran a Magdalie (7), Calens (2) y Melissa (1 años y 7 meses) mientras éstos les reclaman una y otra vez muestras de atención y cariño. En esa casa de barrio de Godoy Cruz donde se reproduce la escena, se escapa por la ventana el sabor de la felicidad plena por un sueño cumplido con sacrificio y un acto de amor inobjetable.

Los pequeños hijos adoptivos sellaron el proyecto de familia que arrancó hace diez años, cuando el matrimonio se conoció, y que adquirió fuerza un poco más tarde cuando, intentando que esa ambición se lograra naturalmente, no pudieron hacerlo por impedimentos biológicos.

Después de superar el camino de los tratamientos para procrear y de resistir la espera del sistema de adopción nacional –en él se inscribieron hace ya varios años, llegando incluso hasta Chaco para poder convertirse en padres–, Claudia y Gustavo adoptaron a los tres chicos haitianos hoy sentados a su lado, sobrevivientes del terremoto de enero de 2010, que pese a no ser hermanos de sangre tenían en común la necesidad de una vida mejor.

“El tiempo es eterno, sobre todo si se considera que nosotros hicimos tratamientos médicos para tener hijos, sin ningún resultado. Cuando vimos que en Mendoza la situación se dilataría aún más, decidimos presentar la solicitud y nuestra carpeta en Chaco. La demora era similar. Eso nos impulsó a buscar otras alternativas”, cuenta la ahora madre de los niños que adaptados al nuevo entorno llevan y traen sus juegos, mientras el padre del clan familiar suma datos a la cronología.

“Escuchamos por la radio una nota sobre los niños de Haití. Investigamos en internet y nos contactamos con un orfanato en 2009. Con el terremoto la tramitación se complicó”, dice Gustavo, corredor inmobiliario, mientras su esposa, abogada, habla del proceso judicial: “Con una información sumaria de los juzgados de familia locales y el certificado de aptitud (idoneidad para adoptar), accedimos a una evaluación psicológica en el Registro Único de Adopción, entre otros exámenes. El expediente volvió a los respectivos juzgados y una sentencia nos habilitó. Esa documentación fue la que enviamos a Haití, donde el proceso demoró 8 meses, contra los casi 9 años que deberíamos haber soportado en nuestro país” (ver aparte).

El primer encuentro
“Estamos hablando de un país en el que no existe la energía eléctrica, que no tiene agua potable, ni gas natural, donde la estructura familiar se desmorona por la necesidad de sobrevivir: cocinan a leña, se alumbran a vela y toman lo que pueden. Por eso, en nuestra primera visita las madres se agolpaban en la puerta del hotel donde estábamos y nos pedían que cuidáramos a sus hijos. ‘Lo mejor que les puedo dar a ellos es salvarles la vida’, me decían”, explica Rubio.

Bárbara Walker es un nombre que en la vida de esta familia mendocina tiene vital relevancia. Es la encargada del orfanato Reach Out to Haiti, situado en las afueras de Puerto Príncipe (capital de Haití), que alberga a unos 30 niños nacidos en un contexto social de extrema vulnerabilidad, cuyos padres, emergentes de la misma situación, deciden dar en adopción, sin muchas más opciones.

Fue esta mujer la que, cruzándose en la historia de Claudia y Gustavo, la completó con los nombres Magdalie, Calens y Melissa.

En agosto de 2010 se produjo el primer contacto: los tribunales haitianos ya habían aprobado la adopción –luego de que el matrimonio se reuniera con Bárbara en Buenos Aires–, y los tres niños los esperaban en el aeropuerto.

“Fueron 30 días de amor, nos vinculamos y regresamos más convencidos que antes. Buscábamos un niño, pero no descartábamos adoptar hermanos. Sin embargo, nada de eso pasó: conocimos a tres pequeños de diferentes familias que enseguida sentimos como nuestros”, compartió Claudia.


Melissa completó la familia
El periplo no fue sencillo. De regreso a la Argentina por Estados Unidos al matrimonio le robaron parte del equipaje con elementos, indumentaria y juguetes para los niños. “La empresa de vuelos que nos trasladaba reparó el hecho y nos regaló dos nuevos pasajes para volver a verlos”, sumó Claudia.

En abril de 2011 llegaron Magdalie y Calens. Por un error en el trámite del pasaporte, Melissa debió esperar unos meses más y se sumó a la familia recién hace una semana. “Fue duro, queríamos que estuvieran todos acá”, cuenta el padre, que sostiene a la más pequeña en sus brazos, como lo hace durante toda la charla.


Magdalie en el primer grado
Con sólo unos meses en estas tierras, Magdalie, quien se autobautizó como la niña “chicle” y le puso de sobrenombre a su hermana menor “frutillita”, fue incorporada en una escuela pública local.

Asiste al primer grado de la Juan Martínez de Rosas –a pocas cuadras de su nuevo hogar–, institución que en un principio iba a recibirla en calidad de oyente pero que por sus notorios avances determinó aceptarla como alumna regular. Su capacidad la demuestra en cada bocadillo que introduce en el encuentro, con un español tan claro que sin embargo no opaca su kreyòl ayisyen (criollo haitiano).

Al momento de las conclusiones, mientras los chicos se escapan de las miradas de sus padres y llevan a los perros Pompón, Piquitín, Wendy y Flaca al patio, el matrimonio entiende que “más allá del deseo de ser padres hay que pensar que estos niños, víctimas del desastre en sus zonas de origen, están sufriendo y esperando el milagro de alguien que pueda darles lo que allí no tienen”.
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Les copio integro un reportaje que ha salido en Ser padres by suite 101 por Joseba Andoni Bontiqui. Muy interesante:

Miles de niños esperan ser adoptados mientras otros miles ni siquiera esperan. Esta opción puede ser una manera distinta de formar una familia
Algunos parecen estar desterrados del mundo, son huérfanos o han sido abandonados en las calles. Otros, además, están enfermos. En la mayoría de los casos son enfermedades que en cualquiera de los países de nuestro entorno tendrían una fácil solución. Sin embargo, en sus países de origen se convierten en un impedimento casi imposible de superar.
La adopción es, en la mayoría de los casos, la única esperanza de una vida mejor. Sin embargo, el hecho de haber sido abandonados o estar enfermos, les cierra esta posibilidad. Hasta hace pocos años, estos niños considerados con "necesidades especiales", no formaban parte de los procesos habituales de adopción.
No todos los pequeños tienen los mismos derechos
Aunque las recomendaciones del documento Derecho del niño y adopción nacional e internacional -Marco ético, Ginebra 1999-, hay una realidad social diferente. Este documento hace hincapié en los derechos del niño, no en el de los futuros padres. Señala que: "la adopción no se corresponde con los anhelos de los potenciales padres adoptivos", "la adopción es un derecho del niño que necesita una atención parental de sustitución permanente", "No es un derecho de los adultos de conseguir que se les confíe un niño porque lo deseen... ". Los futuros padres, los países de origen y las administraciones públicas de los países adoptantes deciden qué niños son o no aptos para la adopción.
Esta selección irracional entre niños "aptos" y "no aptos" comenzó por la gran cantidad de padres adoptantes que exigían que las autoridades locales les concedieran la adopción de niños y bebes totalmente sanos. En el caso de China, el país con mayor número de niños adoptados, ésta exigencia era solicitada por el 95% de los futuros padres adoptantes.
A raíz de éstas exigencias, las autoridades chinas comenzaron a priorizar orfanatos oficiales dónde los niños estuvieran sanos y en buenas condiciones. Mientras, los niños con problemas físicos y/o mentales eran aislados y marginados. Muchos sobrevivían a duras penas en orfanatos no reconocidos oficialmente. Todos ellos eran niños que no existían, niños sin pasado y sin futuro. Huérfanos aptos y no aptosLa decisión de si un niño es o no apto para la adopción está determinado por el país de origen. El futuro del niño depende del informe que realiza el centro donde se encuentra. Dependiendo del país en este expediente se puede encontrar información sobre el estado de adopción, evolución personal y antecedentes médicos.
Este informe lo reciben las agencias internacionales de adopción para que decidan si el niño entre a formar parte de los procesos de selección. Si no hay informe, no hay ninguna posibilidad para el niño.
Una dificultad más para su adopción
Si en el país de origen los niños son considerados no aptos para la adopción por los problemas médicos, el los países de adopción las dificultades las crean las administraciones públicas. Da la sensación que quieren evitar que sus futuros ciudadanos no sean los "mas idóneos".
Hay varios motivos por lo que estos niños no son considerados convenientes de adopción por las instituciones de los países de adopción; tienen cardiopatías de diferente gravedad, labios leporinos y/o fisuras palatinas, cicatrices, quemaduras, manchas. En definitiva, problemas que en cualquier país de nuestro entorno tendrían una fácil solución.
Parecen no entender la decisión meditada y consecuente de las familias adoptantes de niños con "necesidades especiales".
El Pasaje Verde
Ante esta situación en China surgió un camino diferente en el proceso de adopción. Tal vez más complicado y arduo, pero al mismo tiempo, rebosante de solidaridad, es el Pasaje Verde. En él se incluyen a los niños que han sido rechazados por los solicitantes de adopción o la propia autoridad China; son los niños y niñas calificados con "necesidades especiales".
Este camino "diferente" de adopción es elegido por futuros padres que priorizan el derecho del niño a tener un hogar, sentirse querido y ser aceptado sin condiciones. "Son como otros niños, pero además, necesitan un cuidado especial."
Muchas padres adoptantes que se acogieron al programa "Pasaje Verde" comenzaron a asociarse creando diversas asociaciones de familias adoptantes. Una de ellas, -Hijos Que Esperan- ha comenzado a extender este nuevo modo de considerar la adopción a países de Sudamérica y África. Además colaboran en los proyectos de los países de origen e incluso aportan la ayuda económica para que los niños con "necesidades especiales" puedan ser intervenidos en primera instancia. Así mejoran su calidad de vida y aumentan sus posibilidades de adopción.
También la asociáción Love Without Boundaries busca cambiar la situación de todos estos niños. Hace hincapié en que son ellos quienes tienen el derecho de formar parte de una familia y las "pequeñas diferencias" que sufren, no deben de convertirse en un impedimento para ofrecerles la posibilidad de un futuro mejor

Leer más en Suite101: http://joseba-a-bontigui.suite101.net/el-pasaje-verde-un-camino-diferente-para-ser-padres-a65628


Artículo de Ser Familia
en la Argentina ADOPTAR¿es imposible?

Adoptar es hoy, para muchos, una misión imposible.

Muchas parejas suelen esperar hasta cinco años para poder criar un hijo.
Y la angustia lleva a algunos a transitar el camino de la adopción ilegal.
¿Cómo viven por dentro las parejas que pasan años y años en la espera?
¿Qué pasa con la adopción ilegal?
¿Adoptar: una necesidad o un derecho? El mapa de la adopción en la Argentina es hoy –desde el anhelo de padres que sueñan con tener un hijo– un entramado de frustraciones, cuando ese deseo se interpone ante los jueces, de burocracia, de papeleo. Mientras tanto, en el mundo, las imágenes de mujeres famosas, como Angelina Jolie o Madonna, con sus hijos adoptados al hombro, crea una esperanza no del todo clara. En tanto, en Santiago del Estero, por citar sólo un ejemplo, de diez niños que nacen, sólo dos se registran. La venta ilegal de niños en la Argentina crece ante la angustia de los padres que buscan el camino legal. Una catarata de situaciones complejas, un negocio que crece, un niño que se vende como si fuera una camiseta, y una realidad que destiñe algo tan llano como el vínculo entre un hijo y sus padres. “Hay muchos temas que se cruzan a la hora de la adopción”, explica la psicóloga Liliana Lopez. “Un ejemplo basta: en la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (organismo que reúne y unifica la información de todos los postulantes del país), hay un total de 2000 legajos que duermen a la espera de un bebé. En el 2006, por ejemplo, sólo se concretaron 224 adopciones . Por otra parte, hoy tenemos la sensación de que hay más padres buscando adoptar, porque también ha crecido el índice de infertilidad, relacionado con la edad en la que las madres comienzan la búsqueda de un hijo por el método natural...”, explica dando algunos de los motivos. Una lenta espera Florencia Leguizamón y su marido, Jorge Bayá Casal, decidieron adoptar un hijo luego de atravesar once largos años de tratamientos de estimulación ovárica: “Luego de pasar por dudas y muchos miedos, tomamos la decisión de adoptar. Agotada física y anímicamente, llegué a la fundación Anidar, una organización que asesora y acompaña a padres postulantes. Estaba en un estado de tristeza profunda, estresada. Lo increíble es que, cuando comencé el proceso de adopción, tuve que recuperarme rápidamente para empezar una nueva etapa”, cuenta Florencia. “Luego de dos años de espera, un juzgado de la Capital nos entregó primero a Juan Bautista (de 9 años) y al tiempo, a José Clemente (de 4 años)”, recuerda con una sonrisa. Su caso, sin embargo, es la excepción. La mayoría de las parejas espera cuatro años o más. Los veinticuatro juzgados de la Capital y del Gran Buenos Aires están atiborrados de parejas, matrimonios y mujeres solas que quieren un recién nacido. La contracara informativa no existe. Es decir, no hay un registro de niños en estado de adopción. Se busca preservar su privacidad. Una triste realidad “Es horrible decirlo, pero se trata de un problema de mercado. Hay mucha más gente deseosa de adoptar que bebés disponibles. La sangría se produce por la vía ilegal”, afirma contundente Lucas Aon, juez de familia de la ciudad de Buenos Aires. En el 2006, este letrado sólo recibió en su juzgado un bebé para dar en adopción. Diez años atrás, solía recibir un promedio de dos recién nacidos por mes. ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué cuesta tanto adoptar? ¿Es que nuestro país tiene un sistema legal deficiente en materia de adopción? ¿Es que nuestro país tiene un sistema legal deficiente en materia de adopción? Prácticas cada vez más corruptas Las razones son múltiples. No todos los juristas consultados coinciden en sus opiniones, pero hay consenso en admitir que la crisis socioeconómica de 2001 hizo que aumentara drásticamente el tráfico ilegal de bebés; además, se cree que el sistema de adopción judicial que empezó a implementarse con la ley de adopción 24.779/97 presenta algunas cuestiones discutibles.Primero, al permitir que los jueces decreten el abandono de la criatura sólo “cuando los padres biológicos se hubieran desentendido totalmente durante un año y la situación hubiese sido comprobada por la autoridad judicial”. Padres que lograron adoptar: Jorge y Florencia Bayá Casal La decisión de adoptar fue difícil. “Me resistí por años. Yo quería un hijo biológico”, dice Jorge. Pero un día una experiencia vital lo impulsó a cambiar de parecer. “Fuimos a una fiesta donde todas las familias eran adoptivas. Me impactó ver la ternura de los padres varones con sus hijos adoptivos. Esa escena quedó grabada en mi corazón y creo que fue la confirmación del deseo que no me animaba a despertar: ser papá adoptivo”, recuerda. Una espera que lleva años. De chica soñaba con tener una familia grande, quizá por ser hija única. Desde que conozco a Julio, con quien llevo casada diez años, el tema de los hijos siempre estuvo en nuestras conversaciones. Al enterarnos, después de una operación, que yo no podía quedar embarazada, intentamos concebir por distintos métodos. Un día, mi marido me dijo basta y me sugirió adoptar. En ese momento cerramos una etapa e iniciamos otra, la de la adopción, que en el fondo ya era conocida por mí. Hace treinta y pico de años, una niña era abandonada por su madre biológica en un hospital de la ciudad de Buenos Aires, y luego adoptada por unos padres. Esa niña era yo. Padres que lograron adoptar: María Bonta “Desde que me casé con Hernán, sabíamos que no podíamos tener hijos y así, con el tiempo, decidimos iniciar el camino de la adopción. Desde que nos inscribimos pasó un año. En comparación con otros padres que esperan muchísimo tiempo, el llamado llegó rápido. Puede haber influido que estuviéramos dispuestos a adoptar hermanos, incluso si eran mellizos, que tuvieran hasta 4 años o más. La “necesidad” del hijo. Por María Adela Mondelli* En la Argentina, hay más de 25.000 niños y niñas privados de libertad, creciendo en las diferentes opciones del Estado para negar amor, cuidado y proyecto vital a la niñez vulnerable. Siete de cada diez de esos niños y niñas tienen su vínculo familiar de nacimiento roto. Por razones que van desde la violencia hasta la pobreza, alcanzarán la mayoría de edad entrando y saliendo del régimen asistencial del Estado, para pasar a integrar, en la primera juventud, el 80% de la población carcelaria. La adopción en peligro de muerte. Por Eduardo José Cárdenas* La adopción es una de las instituciones sociales más interesantes. Es una colaboración entre dos familias: una tuvo un hijo, pero no quiere o no puede criarlo; la otra desea un hijo pero, por lo general, no puede tenerlo y puede y quiere criar al engendrado por la primera. Entre las dos, completan la tarea. Es una muestra de solidaridad social. Para que este “traspaso” del niño se produzca con cuidado, para que el niño no se “caiga” de la red social, los operadores sociales deben procurar el consenso de todos los protagonistas sobre el “traspaso del cuidado” del niño. Ésta es su primera “cuna social”, una red que lo sostiene en la vida. Por Agustina Lanusse Dónde consultar•ADOPTARE: (011) 4865-4924. www.adoptare.com.ar •Equipo San José: (011) 4771-4615 / 7390. www.equiposanjose.org •ANIDAR: (011) 4901-6838. www.anidar.org.ar •ADOPTAR: (011) 4958-2187 / (0381) 154-487186. www.adoptar.org.ar •PROHIJAR: (011) 4554-3779/3745 o 154-4742299. •Centro de Adopción y Familia Vivir: (011) 4813-5778. •Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia: www.senaf.gov.ar
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